Los árboles ¿serán acaso solidarios? ¿digamos el castaño de los campos elíseos con el quebrancho de entre ríos o los olivos de jaén con los sauces de tacuarembó? ¿le avisará la encina de westfalia al flaco alerce de tirol que administre mejor su trementina? y el caucho de pará o el baobab en las márgenes del cuanza ¿provocarán al fin la verde angustia de aquel ciprés de la mission dolores que cabeceaba en frisco california? ¿se sentirá el ombú en su pampa de rocío casi un hermano de la ceiba antillana? los de este parque o aquella floresta ¿se dirán de copa a copa que el muérdago otrora tan sagrado entre los galos ahora es apenas un parásito con chupadores corticales? ¿sabrán los cedros del líbano y los caobos de corinto que sus voraces enemigos no son la palma de camagüey ni el eucalipto de tasmania sino el hacha tenaz del leñador la sierra de las grandes madereras el rayo como látigo en la noche? Mario Benedetti |
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